Psicoanálisis de la Envidia / Dr. Guillermo Bastidas Tello

Columnistas, Opinión

 

Diógenes, Historiador griego, decía: La envidia es causada por ver a otro gozar de lo que deseamos; los celos, por ver a otro poseer lo que quisiéramos poseer nosotros.

Estimados lectores hay que cuidarse más del troglodita envidioso que del ladrón, puesto que el ladrón llega en la noche y en silencio; el envidioso llega durante el día y haciendo ruido.

No podía quedarme en silencio ante tan miserable y primitivo sentimiento que se mantiene oculto en la perversidad de la mente de muchos y que crece cada vez más en una Sociedad corroída por la pobreza intelectual, la miseria humana y el deterioro de la moral social.

Si entendemos que el ser humano es un ente biológico, psicológico, social, cultural, genético, espiritual, político, económico y astrológico, la conducta envidiosa obedece también a una mezcla patológica de todos los factores que construyen o destruyen la personalidad del individuo.

En la profundidad de la mente, casi junto al cerebro reptiliano vive agazapada la tristeza al mirar el bien ajeno y la alegría por el fracaso ajeno; socavada la mente por los celos, el narcisismo y los deseos insatisfechos.

El envidioso sufre en silencio y goza en el ruido como víctima de posibles fallas en las etapas del desarrollo psicosexual según Freud, a saber, esas terribles fallas son adquiridas en las fases oral, anal, fálica, de latencia y genital.

En la mente patológica del envidioso, anidan los sentimientos de inferioridad, las sensaciones de precariedad narcisista y la proyección de las reacciones agresivas en la infancia dentro del seno familiar.

Las diversas formas de envidia serían cultivadas bajo un profundo abono de sentimientos de inferioridad, competencia y rivalidad sufridos y no resueltos por el niño en su desarrollo psicológico, con una poderosa falla en la relación psico afectiva con el padre, la madre, hermanos y otras figuras importantes que en sus inicios generaron las primeras reacciones de competencia humana que serán el sello patológico del ENVIDIOSO Y AMARGADO PERDEDOR.

La envidia implantada en el carácter del adulto es, por lo general, una reacción patológica de una mente que reacciona ante las experiencias de inferioridad, futilidad y vulnerabilidad de la infancia. Definitivamente la envidia es un sentimiento cargado de mucha irracionalidad.

En cada individuo, la intensidad, la fuerza, la energía y el vigor de la envidia estarán en proporción matemática y geométrica con sus deseos reprimidos, con la cantidad de deseos no cumplidos y de las fantasías sexuales de la infancia no resueltos.

Las expresiones de la envidia generalmente nos hablarán más de los sentimientos de inseguridad, irresolución, incertidumbre, del envidioso que de la personalidad del envidiado.

El envidioso víctima de su patología envidiosa, no goza de su envidia, aunque parecería que sí; el envidioso oculta su patología revistiéndose de una piel de oveja que le hace adoptar la apariencia de buena amiga, de buen confidente, de preocupado afanoso cuando se acerca al envidiado para ofrecerle las mieses de su bondad envidiosa infinita.

El envidioso no tolera el sufrir su amargura en soledad, al darse cuenta que su envidia lo hace sufrir, no soporta el éxito de sus rivales, no resiste, se deprime y explota descargando todo su furibundo, rabioso, frenético, repugnante e inmundo sentimiento contra el envidiado, a quien lo calumnia, lo insulta, ironiza sus artículos científicos, reniega con los sentimientos y placeres del envidiado y sucumbe en su propia envidia que alberga su inferioridad.

 

Estimado lector la envidia no es saludable porque es enfermiza y lastima el buen vivir, en ocasiones, anula completamente el placer de la admiración y respeto, empobrece el gozo de la amistad, la utilidad del compañerismo, camaradería y la solidaridad. Entorpece el júbilo por los logros de otros, no permite la contemplación de la belleza, de la habilidad, del ingenio y, también a veces, impide el sano deseo de emular al mejor.

Recuerde lo que los sabios dicen de la ENVIDIA:

Después de aquellos que ocupan los primeros puestos, no conozco a nadie tan desgraciado como quien los envidia. Marquesa Maintenon. Noble Francesa.

La envidia es una declaración de inferioridad. Napoléon

 

 

Deja una respuesta