Por el Técnico Universitario / Gabriel Morales Villagómez

Columnistas, Opinión

Es viernes de feriado, el Técnico Universitario se enfrenta al Nacional. En la parte exterior del estadio, la gente se aglomera tratando de comprar los boletos, la dirigencia ha habilitado una sola ventanilla, los revendedores hacen su agosto.
Ingresamos a la general oriente. La primera impresión es el estado de la cancha, las protuberancias y el maltrato del césped son evidentes. Si, el señor Lemus estuviera con nosotros se indignaría por el estado deplorable de la que fuera en su momento la mejor cancha del país.

Hay una considerable presencia de hinchas del rodillo, barras organizadas, una orquesta, trompetas y tambores, un grupo de jóvenes que alienta al Técnico sin descansar, alzando los brazos, brincando y cantando.

Recién iniciado el partido el árbitro pita una mano y sanciona un tiro penal a favor del Nacional, el árbitro recibe una andanada de reclamos por parte de la hinchada, pero el árbitro tiene vocación, no se inmuta, la decisión está tomada, gol para el Nacional.
Durante el primer tiempo la defensa del Técnico es una coladera, el arquero sufre las consecuencias, el equipo es un desorden total, la mayoría de jugadores no tienen actitud triunfadora, no se esfuerzan, caminan en la cancha y su nivel de juego no está como para jugar en la serie A, tal vez la serie B o la Segunda División. No tienen sentido de pertenencia a la ciudad, a la provincia y al medio. Hay tres o cuatro jugadores que sí sienten la camiseta universitaria e individualmente dan todo en la cancha, pero tres golondrinas no hacen verano.

En las gradas la hinchada sufre, grita, se desespera. Esta hinchada del Técnico Universitario tiene un potencial enorme, hay gran cantidad de niños vistiendo las camisetas albi-rojas con los nombres de los jugadores en la espalda, jóvenes, mujeres, adultos mayores.

Si los jugadores entendieran lo que significa el equipo para estos pequeños hinchas y lo que ha significado el Técnico Universitario para los ambateños, tal vez se esforzarían un poco más.

Casi termina el primer tiempo y el Técnico pierde 3-0, en las gradas la hinchada sufre y descarga todas sus frustraciones, ríe y goza también con las ocurrencias de algunos espontáneos. Alguien tiene un radio en alto volumen y todos escuchamos las narraciones y los cometarios en forma intercalada, Radio Centro (Bonita) y Radio Ambato (Amor), Patricio Edmundo Mantilla y Guido Montalvo Aguirre. Si el director técnico en la banca tuviera un radio y pudiera escuchar y hacer caso a las recomendaciones de estos queridos personajes de la radio, sobre la marcha del partido pudiera hacer los correctivos acertados, ellos casi nunca se equivocan.
Al segundo tiempo aunque el Técnico hace un gol de corte individual, no mejora y en la general la hinchada desespera, alguien grita hagamos una barra y empieza a sonar la barra más trabajada de la historia del fútbol, en cuatro tiempos: -¡Técnico tas tas tas! ¡Técnico Tas tas tas tas!-

Al finalizar el partido la hinchada, silva y condena la actuación de los jugadores, pero también aplaude el desempeño de quienes se esforzaron. Mientras abandonamos el estadio entristecidos, alguien grita: “acompañarán a la casa blanca la otra semana, yo pongo el bus”, la gente le hace callar y le recriminan pero de buena gana, todos ríen.
Aunque haya perdido el Técnico, el haber estado en el estadio es una terapia para el alma, es el mejor dinero invertido.

Ya vendrán tiempos mejores y el Técnico algún momento será campeón “mundial del mundo y de todos sus alrededores”. ¡Qué viva el Técnico Universitario! (O)

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