Pensemos en Nicaragua (II) / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

 

Cómo no quisiera escribir una carta a Ernesto Cardenal, precisamente a él porque le siento capaz de entender nuestro lenguaje para decirle muchas cosas, para pedirle otras tantas, me gustaría recordarle ahora que es miembro activo de la revolución algunos salmos que él escribió con mucha unción desde la base de sus comunidades, de las que era su animador. Como quisiera que Ernesto recuerde que la Iglesia, ahora perseguida fue el gran móvil de la revolución con su trabajo de base, de concientización, de compromiso en las C.E.B. de Nicaragua y ahora esa Iglesia que se ha quedado con la gente, que lucha con los pobres, porque no puede cambiar de la noche a la mañana, que sigue promoviendo la conciencia crítica, frente a la nueva dictadura que se ha implantado en Nicaragua, está perseguida, calumniada y desprestigiada ante la faz de la tierra.

Como no quisiera decir a Ernesto Cardenal que mejor, nosotros los jóvenes cristianos, le veríamos «embarrado» con la gente de las barriadas, como lo hizo hace muchos años y por lo que sufrió persecución y destierro, antes que encaramado en un ministerio que le da «poder», que le da prestigio, que le pone «por sobre» aquellos que están en la base.

¿Podría, Ernesto Cardenal, entonar sinceramente sus salmos» cuando, él como «pobre de Yahvé» los entonó en tiempo de la dictadura de Somoza?

¿Podrá decir: «Bienaventurado el hombre que no lee los anuncios comerciales, ni escucha sus radios, ni cree en sus slogan» luego que inventaron otros radios, otros anuncios, otros slogan después de la revolución?
Podrá Ernesto Cardenal pronunciar su salmo 21 cuando dice «Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?
Soy una caricatura de hombre, el desprecio del pueblo, se burlan de mí en todos los periódicos.

Me rodean los tanques blindados, estoy apuntado por ametralladoras
y cercado de alambradas, las alambradas electrizadas. Todo el día me pasan lista,
me tatuaron un número, Me han quitado toda identificación…
te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo. Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo. Los pobres tendrán su Banquete. Nuestro pueblo tendrá una gran fiesta.

El pueblo nuevo que va a nacer». Ernesto Cardenal: todo está listo en Nicaragua, sólo falta el hombre nuevo ¡de acuerdo! (O)

 

Lecturas dominicales

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