Nadie le giró un cheque en blanco a Moreno / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

El viernes pasado dos proyectos de Ley fueron enviados a la Asamblea Nacional por parte del presidente Lenín Moreno. El primero deroga la denominada Ley de plusvalía y el segundo reforma la Ley del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social CPCCS. El organismo debe tratarlos en sesenta días.

Es con el propósito de ejecutar la decisión del pueblo en las urnas del 4 de febrero que se han remitido estos dos proyectos de Ley. Pero es precisamente ahí en donde surgen las dudas y afloran las sorpresas, porque en el caso de la pregunta 3 tal decisión era simple: eliminar el actual CPCCS y convocar a elecciones universales para conformar uno nuevo y definitivo. Punto. No había ningún elemento dudoso o sorpresivo en la pregunta o en los anexos que permita ahora que el CNE sea quien tamice previamente a los candidatos mediante un concurso de méritos y oposición, esto da pie a interpretar una injerencia más allá de lo lógico y racional por parte del CNE en la decisión soberana. En este caso, máximo a lo que debería atenerse el CNE sería a la verificación previa de si el candidato ha sido activista político durante los últimos cinco años, nada más; pero el dejar abierta la posibilidad a un concurso de méritos y oposición, ciertamente da mucho a pensar.

¿Cómo así y bajo qué criterio se inventan que precisamente estos candidatos sean previamente escogidos por el CNE? ¿Y por qué no los candidatos a alcaldes, prefectos, juntas parroquiales, e incluso los mismos asambleístas, presidente y vicepresidente de la República? ¿Qué tiene ser Consejero del CPCCS que no tenga el ser funcionario de otras dignidades? Es por principio discriminatorio e ilegítimo.

Son este tipo de acciones (y otras más) en el accionar del Primer Mandatario y su gobierno las que generan incertidumbre y malestar. Por un lado pregona y condena a los cuatro vientos la corrupción de exfuncionarios como Polit colocado por el actual CPCCS, y por otro, burla la voluntad popular al introducir un elemento extraño a esa decisión.

La novelería revolucionario-populista de crear una función del Estado con el nombre de CPCCS no hizo más que santificar la era correísta colocando en puestos claves a personajes afines, muchos de ellos encubridores de toda la década de podredumbre moral. Y en razón a que la desaparición definitiva de esta pintoresca e inoficiosa figura constitucional es imposible si no a través de una Constituyente de plenos poderes, era entonces razón más que suficiente para en último caso tratarla igual que el resto de funciones del Estado, sin ningún tipo de elementos diferenciadores como el que ahora propone Moreno, porque al hacerlo, el presidente sigue concediéndole implícitamente poder y cualidades de supremacía que jamás debieron merecerla.

Cuidado presidente Moreno. Nadie le firmó un cheque en blanco para que lo gire a su antojo y conveniencia. Estaremos pendientes.

 

mariofernandobarona@gmail.com

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