Lecciones del mundial Rusia 2018 / Ing. Patricio Chambers M.  

Columnistas, Opinión

 

El mundial de fútbol que convoca cada cuatro años a las mejores selecciones de los cinco continentes, constituye sin duda una auténtica fiesta del deporte y durante algo más de un mes concita la atención de gran parte del planeta.

El principal torneo del “rey de los deportes” se ha convertido en el mejor escenario para que equipos y afición, muestren sus mejores características y cualidades e inevitablemente también sus defectos y limitaciones.

Un claro ejemplo, aunque vergonzoso, lo tuvimos justamente en el partido Colombia – Japón en el cual fue notoria la enorme diferencia cultural entre ambas naciones, cuando vimos a unos dejar ensuciando el estadio en tanto que otros, recogían de manera natural y espontánea la basura que la otra hinchada había echado por el piso.

Este hecho no pasó desapercibido para la opinión mundial generando inmediatas comparaciones entre la cultura de oriente y occidente, para descubrir que todavía por estos lares nos hace falta mucha educación y conciencia.

Esta situación se vio agravada cuando se conoció del caso de cierto gerente de área de una empresa de aviación colombiana que con toda la “viveza criolla” que suele caracterizarnos a los latinos, introdujo licor al estadio dentro de su largavista. El tema llevó a ahondar aún más dichas diferencias y a sentirnos muy por detrás de países donde esta clase de vivezas son condenadas en lugar de festejadas.

A ello podríamos añadir el otro hecho casi anecdótico, pero igualmente vergonzoso de algún mal aficionado que se ufanaba a través de las redes, de enseñar malas palabras en español a una chica extranjera. En fin, este tipo de situaciones aparecieron por doquier.

Pero felizmente también hubo de lo otro y en gran proporción, recordándonos una vez más el verdadero sentido de toda competencia donde lo importante no es sólo jugar sino por sobre todo saber ganar o perder con decencia.

Un caso muy claro fue la nota que la selección alemana envió a su gente después de la derrota ante Corea:

“Estamos tan decepcionados como ustedes. Un Mundial es sólo cada 4 años y teníamos muchas expectativas. Nos duele mucho no haber podido jugar como campeones del mundo. La verdad merecimos quedar afuera, aunque sea duro decirlo. Su apoyo fue increíble, tanto en Alemania, en los estadios y en todo el mundo. En 2014 celebramos juntos, pero el fútbol es así. Debemos reconocer la derrota y aceptar que los rivales fueron mejores. ¡Volveremos fortalecidos, porque los campeones siempre se levantan!”

También hay casos muy destacados como el jugador francés Kylian Mbappé, quién donará sus ingresos del mundial a una fundación que fomenta el deporte entre niños hospitalizados o con discapacidad. De igual modo, Luka Modric de Croacia, dona el 30% de su sueldo a niños heridos en la guerra de los Balcanes.

Muchas veces la euforia de un mundial, nos hace olvidar que quienes juegan son personas y que a través de ello muestran su carácter y educación. (O)

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