Fujimori / Fausto A. Díaz López

Columnistas, Opinión

 

El expresidente de Perú, conocido con el mote de “chino”, nació en Lima, Perú el 28 de julio de 1938. Es hijo de inmigrantes japoneses, por lo tanto es peruano – japonés y no chino. Su verdadero nombre es Alberto Kenya Fujimori. Se graduó de ingeniero agrónomo; ejerció la docencia y se distinguió como dirigente político, cuya actividad le brindó muchas satisfacciones, honores y distinciones; tales como: el otorgamiento de la “Orden del Sol de Perú; la Orden de San Miguel y San Jorge; la Orden de la Estrella de Rumania; y la Orden del Mérito de la República de Hungría”. Formó varios partidos políticos para incursionar en la política de su país; fue presidente de Perú cuando la guerrilla “Sendero Luminoso” sembraba el odio, el miedo y la muerte, por lo que tuvo que aplicar medidas contrainsurgentes fuertes, para no dejar que fuerzas maoístas que propalaban el terror y caotizaban al país, se tomen el poder.

Tuvo mal olfato para escoger a su asesor presidencial. En tan alto cargo puso a Vladimiro Montesinos Torres: “un exmilitar – abogado, que se desempeñó como capitán del ejército y fue expulsado en 1976, cuando la Inteligencia Militar descubrió que Montesinos era un agente de la CIA desde 1974”. Su currículum, es escalofriante. Cuando se graduó de abogado, “defendía a narcotraficantes colombianos y peruanos; fue acusado de numerosos actos de corrupción, de asesinatos selectivos, de desapariciones forzadas, de organización de grupos paramilitares, compra de políticos opositores a Fujimori y escándalos por utilizar las instalaciones del Servicio de Inteligencia Nacional para orgías sexuales”.

La hoja de vida de su exasesor debió haber influido vigorosamente en la opinión pública y en los círculos oficiales para atribuirle varios delitos que debió desvanecer. La justicia peruana, luego de deliberar sobre su situación le condenó a 25 años de prisión por: “violación a los Derechos Humanos”. El expresidente, fue inculpado de haber cometido: “25 asesinatos y 2 secuestros”. Fujimori cumplía su sentencia, ajeno a los ententes políticos que rodeaban su celda en la cárcel mientras tanto, Pedro Pablo Kuezynski enfrentaba un momento político que buscaba su defenestración; pero de un momento a otro su situación cambió. La opinión pública acusa al presidente de haber negociado el indulto de Fujimori por el apoyo en el Congreso de la bancada fujimorista manejada por Kenji Fujimori, hijo del expresidente que guardaba prisión.

El indulto otorgado al expresidente causó estragos en la sociedad peruana. Los ciudadanos que defendían a los radicales que sembraron el terror en la década de los 80’s y parte de los 90’s no podían digerir este indulto. Fujimori consciente de la situación creada por el supuesto arreglo político, pidió perdón a los ciudadanos que se sintieron ofendidos. (O)

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