Estado Paternalistas / Gabriel Morales Villagómez

Columnistas, Opinión

El modelo de gobierno socialista-revolucionario del siglo veinte y uno, implementado por varios gobiernos latinoamericanos, para administrar los estados, ha terminado por llevar a sus pueblos al más profundo fracaso, a la corrupción y a la anomía. Ahí tenemos como ejemplos dolorosos a Cuba y Venezuela.

Nuestro país, no obstante de haber sido mal administrado, saqueado y destrozada su institucionalidad y de haber aplicado modelos y políticas erráticas, trata de sobreponerse a la crisis a punta de endeudamiento externo y de medidas fiscales.

Con novelería y soberbia el ex presidente Correa, mientras duró la bonanza petrolera proveniente de los altos precios del petróleo, alineó al Ecuador geopolítica e ideológicamente con el cartel del ALBA, que tuvo su génesis en la búsqueda de contrarrestar lo que fue la iniciativa de los Estados Unidos para el Área de Libre Cambio de las Américas ALCA, y los tratados de libre comercio.

La política internacional y comercial del Ecuador se redujo a cumplir con las consignas antiimperialistas del coronel Hugo Chávez, denostando contra los organismos internacionales y alejándose de los tradicionales socios políticos y comerciales del Ecuador.

En esa misma línea socialista y revolucionaria, en el Ecuador se estructuró un Estado paternalista controlador y subsidiado y las políticas públicas se empezaron a construir desde la necesidad coyuntural de contar con la mayor cantidad de recursos económicos, provenientes de las rentas del petróleo para poder financiar los programas sociales, que le permitían al gobierno mantenerse con altos índices de popularidad y ganar cuantas elecciones sean posibles.

Pero el Estado paternalista implicó que el Gobierno pretenda controlarlo todo e inclusive, pretenden regular el comportamiento privado de los ciudadanos, usar el poder estatal para promover una forma de vida a la medida de su proyecto político e ideológico.

Se coartó el derecho de las personas a luchar por un acceso digno a la salud, vivienda, educación y al empleo. Se pretendió intervenir en todas las facetas de la vida social, económica y hasta cultural de los ciudadanos. Educación gratuita subsidiada por el Estado, transporte subsidiado, bonos a la pobreza, seguros de desempleo, subsidios a los transportistas, créditos y subsidios para los productores agrícolas, universidades gratuitas y cofinanciadas, en donde a los jóvenes les daba eligiendo la carrera a seguir.

Se pretendió prohibir los concursos de belleza en los colegios públicos, bajo conceptos de una supuesta discriminación y se dieron otras diversas políticas públicas distorsionadas e infundadas que lo único que pretendían es el tener el control total sobre los ciudadanos.

Agotados los ingresos del Estado por la crisis económica y los bajos precios del petróleo se produce un déficit fiscal que debe ser cubierto, entonces según el modelo no optan por reducir el excesivo gasto público, sino que recurren al endeudamiento internacional y a crear nuevos impuestos, recaudar más dinero, lo cual a su vez elevan los precios de los productos; las familias bajan el consumo; hay menos recaudación; las empresas dejan de vender, disminuye la producción y empiezan a despedir trabajadores o a cerrar las fábricas, es decir, se produce una espiral que contrae a la economía.

Las políticas públicas paternalistas y del despilfarro menoscabaron las libertades individuales e incrementaron el gasto público. A la postre no se redistribuyó riqueza ni se dinamizó la economía y nos han llevado a una crisis económica de impredecibles consecuencias. (O)

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