El terrorismo, la fe y nosotros / P. Hugo Cisneros C.

Columnistas, Opinión

Vivimos un momento en el que los actos delictivos, el terrorismo, la droga, al narcotráfico la pederastia están llenando nuestra cabeza, están condicionando la formación de las generaciones jóvenes y lo más grave nos están provocando una actitud de indiferencia, de “que me importismo” y han debilitado nuestro compromiso, aún de fe, de luchar por una sociedad nueva y renovada.

Comparto unos pensamientos de hace algún tiempo que escribí para mis lectores de mensajes juveniles.

Ante estos hechos me encerré en una capilla para hablar con Dios, con Cristo”, desde la amargura y dolor de sufrir “acontecimientos incomprensibles, malos y perversos”.

Le reclamé a Dios, a Jesús diciéndoles ¿Dónde andan Uds., que permiten que la obra de Uds., el hombre, sea destruido gratuitamente y sin motivo, por unos cuantos desalmados a los que llamamos “suavemente” terroristas?. Señor, ¿dónde queda la obra tuya a través de tanta gente buena, cuando en un instante con una sola explosión, se destruye todo y se vuelve a soportar el dolor, la angustia, la muerte?. ¿Hasta cuándo vas a dejar, Señor, que el demonio, revestido de terroristas sigan sembrando el mal, la muerte, la destrucción?

¿Dónde quedan tus promesas, Señor, de ponerte del lado de aquellos que buscamos ser buenos, y que son muchos y bastantes?. Mucho silencio dominó esos momentos de plegaria y oración. Qué ganas de “dejar todo” y dedicarnos a otra cosa, pero que bueno que haya venido una crisis fuerte de fe, porque una fe probada, una fe sufrida es muy fecunda y es más real y verdadera.

Al final del silencio, siempre, de una u otra manera Dios habla, Cristo se dirige a uno con sencillez, con verdad y sobre todo con amor. Sentí que me decía: “Está bien que te lamentes y te quejes y me reproches porque no me sienten y creen que estoy lejos de Uds. Y de sus acontecimientos… Y Uds. ¿por qué no me hacen caso; dónde dejaron mis mandamientos: no matarás, respetarás, no fornicarás…?”

Entonces abrí los ojos y descubrí que el terrorismo, todo acto que provoca miedo y destrucción, está presente en todo hombre y en todo espacio que el vive y trabaja. “Es terrorista el que peca, pues destruye su espíritu y peligra su felicidad, hasta la eterna. Es terrorista el que en su hogar, por su mal comportamiento, sus groserías, sus infidelidades, sus vicios, sus abandonos, destruye el amor, la convivencia de pareja, hipoteca el futuro y acaba la felicidad.

El terrorismo político cuando los “subidos en el poder” no “responden, a las necesidades y derechos del pueblo que les eligió y siembran hambre, injusticia, impunidad, división, pobreza. Es terrorista la nación, el estado que por su poder con sus ansias económicas y sus ambiciones de expansionismo, va sembrando guerra, destrucción, llanto y obscurece el futuro de la humanidad.

Escuché una voz misteriosa: Necesito tus manos, necesito tu corazón, tu boca, tu persona para “hacerte un nuevo “Moisés” para que vayas hacia el hombre que “es el espacio sagrado de Dios” y le ayudes a desatar un proceso de verdadera liberación (Exodo 3).

Yo te “hice”, seguí escuchando, “un Antiterrorista”, un hombre nuevo que respete el “espacio sagrado de Dios”, que es el hombre y su vida..

Y nosotros ¿qué? Volver a creer, volver a seguir poniendo el granito de arena para salvar al hombre, para respetar su vida para dejar que sean los valores espirituales o mandamientos de Dios los que nos siga gobernando. Alejados de Dios somos capaces de cometer grandes errores y tremendos horrores”.

Un acercamiento a Dios provocará un acercamiento constructivo del hombre, nuestro hermano. No al terrorismo, es nuestro grito. Sí a la vida, sí al amor, sí a la justicia y si al hombre “espacio sagrado de Dios”. (O)

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