El pan en finados tenía otro nombre / Hernán Marcelo Guerrero

Columnistas, Opinión

 

Las primeras guaguas de pan tenían otro nombre, hoy dulce y coqueta- era distinta. Incluso el nombre era diferente: la llamaban pan de muerto. No llevaba azúcar ni panela y se la decoraba con el hollín que salía del horno de leña, donde a oscuras se doraba. Era una muñeca de luto, de no más de 10 cm, hecha con abundante grasa de puerco, mantequilla y huevos. Como acompañaba a la colada morada, no debía ser dulce.  Cerca de la década de 1980, la guagua comenzó a cambiar. Se le empezó a añadir azúcar y color, y se volvió netamente comercial. Hoy  se la puede comprar en cualquier panadería, y viene rellena de frutas, de manjar, de chocolate y mermelada… vestida con trajes coloridos, con aretes, sombrero… y mide hasta 45 centímetros. Son pocas las comunidades que aún conservan la receta original.  Fui en busca de un maestro carpintero en Santa Rosa realice esa diligencia  y me llamó la atención a una cuadra de la carpintería había una panadería con horno de leña, compre pan y me quede conversando con María Toasa, de 70 años, Verla mezclar los ingredientes con sus manos gruesas, y escucharla narrar cómo su abuela y su madre le enseñaron a preparar las guaguas es revelador: en su cocina también se amasan recuerdos y saberes de su cultura.

El horno, oscuro y de ladrillo, se ilumina con el fuego vivo que arde en la boca del horno. El calor de leña abraza a toda la pequeña casa. Enciende el fogón con dos horas de anticipación. Su esposo es quien se encarga de limpiarlo, de meter y encender la leña, de sacarla con una pala y una carretilla y de dejar dentro del horno solo el calor que produjo allí, con cuidado se meten las bandejas con la masa y bastan cinco minutos para que se doren y sean colocadas en un canasto las guaguas calientes y crocantes, que  se compartirán  con la familia y se venderán a los vecinos, doña María  aprendió a prepararlas de niña, pero hoy -confiesa con tristeza que  sus hijos no muestran interés por mantener la tradición ya que son ahora profesionales. La guagua de pan, como tal, nació por los años de 1940, y la práctica se extendió a toda la sierra del país, incluso a la parte del sur de Colombia, doña María  me iba conversando que en su época la mayoría lo conocía  como pan de muerto, No solo se hacían muñecas, sino que se daba forma de palomas y soldados.  La práctica, indica que  se acopló a la necesidad de la sociedad de ese entonces, de llevar presentes a los cementerios.  Los dueños de la harina de trigo eran los hacendados y dueños de las propiedades, por lo que la harina ya era parte de la cocina nativa,  Y en este feriado con el perdón de mis lectores voy a pegarme  a una  linda guagua bien gordita, pero de pan y un vasito de colada morada huumm que rico. (O)

 

 

 

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