Dios hizo la familia / P. Hugo Cisneros

Columnistas, Opinión

La liturgia Católica nos ofrece del evangelio de San Juan 2,1-11 el relato de las bodas de Caná. Me da oportunidad para reflexionar con mis lectores sobre el familia, su situación actual, sus exigen cias y el compromiso que genera en nuestra vida personal, fami liar ysocial. 

Que grave que es la situación de  los matrimonios.  Hoy la  «sociedad humana más vulnerable ymás destruída es la del matrimonió-familia». Es bueno que para encontrar la puerta de salidaa esta crisis búsqúemos la puerta de entrada:la intencionalidad de Dios. Comparto mi reflexión sacada de mi Libro «Escuchemos y vivamos la Palabra” de ediciones San Pablo. 

Hoy, todos dirigen sus ojos a la familia, pues estamos conscientesde que si la sociedad, la Iglesia, toda comunidad humana está mal, se debe a una crisis aguda que sufre la familia, que es la célula del convivir huma­no. La familia sufre gérmenes de muerte al interior de su ser; la familia sufre ataques mortíferos que provienen del mundo, de la sociedad. El odio interpersonal, la indiferencia, la frialdad, la falta de ternuraentre los miembros de una familia; el afán individualista de “hacercada uno su vida»; el dar cabida en el seno de un hogar al vicio, por pequeño que sea; los diversos géneros de discrimínación y de violencia son gérmenes de muerte que van minando a la familia hasta llegar a su total destrucción sin medir las consecuencíasen los hijos y su futuro,y en la misma sociedad.

«La guerra, los niñosabandonados, la divi­sión entre pueblos es el producto de la des­trucción interna de la familia» (Juan Pablo II.Jornada Mundial por la Familia). La familia se ve afectada en su mismo ser por los «males que tolera la sociedad y que los ampara con la ley” como sonel divorcio, la prostitución, el aborto, la discriminación ante la ley entre el hombre y la mujer. Ante esta situación todos buscamos una solución y casi siempre tomamos el atajo más corto y aparentemente más difícil y conveniente, pero la pregunta sigue en pie: ¿»Es permiti­do al hombre destruir su hogar…? (Marcos 10, 2-16) Cristo quiere responder a nuestras inquietu­des e interrogantes y nos invita a volver a considerar la «idea original de Dios», pues «al comienzo no era igual». Teniendo pre­sente la Palabra de Dios y su contexto, sin olvidar la predicación de Jesús, la tradición de la Iglesia creo que podemos llegar a decir que el matrimonio, base celular de la familia, es el gran llamado (vocación) que Dios hace al hombre y a la mujer a formar una comunidad de personas, de vida,de amor, en mira a la búsqueda y consecución de la dicha o felicidad.

El matrimonio, en el mundo de los creyen­tes no se entenderá si no lo vemos en clave de la llamada que hace Dios a que un deter­minado hombre con una determinada mujer «sellen su alianza nupcial y se conviertan en esposo yesposa» en la misma medida en que Cristo sella su alianza nupcial con su esposa, la Iglesia.a tal puntoque el «esposo ame a su esposa como Cristo ama a su Iglesia» (Ef. 5, 25). Esta alianza nupcial dainicio a la comuni­dad-familia en donde todo es en común; los sentimientos, las personas, la vida, los bienes. Esta comunidad­-familia genera nuevos tipos de rela­ción: la nupcial, la paternal, la filial y la fraterna. 

Elmatrimonio se convierteen una comunidad de vida que genera alegria, entusiasmo, bienestar gozoso que es ayuda a la tarea dura del cumplimiento de las diversas responsabilidades. Es una comunidad de vida que se abre a la fecundidad que no se reduce sólo a la generación de hijos, sino a la transmisión de todos los valores que alientan, animan, dan sentido a los esposos, a los hijos y que se proyectan en la promoción del bien común de la misma sociedad e iglesia. 

No podremos entender este pensamiento originario de Dios sobre el matrimonio y la familia si no lo escribimos en clave de amor y no tenemos como meta clara y precisa alcanzar la dicha y la felicidad. El amor es ese sentimiento hondo que salede la pareja yque tiene presente la dignidad de la pareja que siendo iguales poseen una diversidad de identidad como varón y mujer. Sin el amor, la familia, el matrimo­nio, no son nada, pierden identidad. Todo esto puesto en marcha-proceso de creci­miento lleva a la familia a tener como metair construyendo la dicha y la felicidad que siendo la aspiración natural del hombre es la propuesta de Dios a todo hombre y a toda familia.  (O)

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