Crisis gubernamental / Editorial

Editorial, Opinión

 

 

El escape del hombre poderoso del correísmo, Fernando Alvarado Espinel, puso en evidencia al gobierno actual, a su gabinete y a la credibilidad que poco a poco le ha tocado sostener a Lenín Moreno durante su mandato.

 

La inesperada acción motivó incluso reacciones desesperadas como el traslado del exvicepresidente Glas de la cárcel cuatro a la cárcel de Latacunga, reuniones apresuradas de ministros y cabezas de las funciones del Estado, despidos masivos de mandos medios y, finalmente, la misma renuncia del cuestionado ministro Paúl Granda.

 

Es que se convirtió en el broche de oro de la tortuosa historia de los grilletes electrónicos que Alvarado se lo saque sin daños, lo bote y aborde un avión para salir del Ecuador. Ya antes Ricardo Rivera se lo había sacado, siendo sancionado por ello por la justicia. Pero en el caso del exsecretario de Comunicación y hombre poderoso de la propaganda y la persecución a medios, periodistas y opositores, el caso es muy grave.

 

¿Cómo pudo pasar el control de migración en el aeropuerto? ¿Qué pasó con los guardias que lo tenían que acompañar y con los encargados de monitorear la señal del grillete?

 

Su comunicación a través de Whatsapp además constituyó el insulto final a un gobierno dormido y lento, capaz de recibir goles sin darse cuenta.

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