Buenos hábitos para la vida / Esteban Torres Cobo

Columnistas, Opinión

 

Sin duda es lectura recomendada el libro de Charles Duhigg, «El poder del hábito: por qué hacemos lo que hacemos en la vida y en los negocios», uno de los libros más vendidos en los últimos años.

La tesis de Duhigg es simple: los hábitos, en la vida de las personas y en la de las organizaciones, dan forma a nuestra existencia, para bien o para mal. El éxito o el fracaso de lo que hacemos o de lo que somos es consecuencia de hábitos y rutinas generalmente ejecutados de forma inconsciente, almacenados en una parte del cerebro que actúa sin que nosotros la controlemos.

No existe gente exitosa sin buenos hábitos y rutinas. La gente extraordinaria es, en realidad, gente ordinaria con hábitos extraordinariamente disciplinados y repetitivos. Desde Michael Phelps, que desde los seis años empezó a nadar y que gracias a su entrenamiento hasta logró ganar una medalla de oro en los juegos olímpicos sin poder ver nada porque sus lentes estaban llenos de agua, hasta los más ordinarios individuos que logran vencer al alcohol y a las drogas cambiando hábitos dañinos.

Un punto interesante resulta el efecto en cadena que tiene sobre nosotros trabajar un solo buen hábito a la vez, de forma decidida y clara. Así como la forma en que debe ser estructurado. Por ejemplo, si hacer deporte todas las mañanas es un hábito que queremos incorporar en nuestra cotidianeidad, lo fundamental es atarlo a una recompensa posterior. Algo tan simple como un gran batido de frutas luego del ejercicio o un desayuno con la familia.

Y cambiando un solo hábito a la vez, cambiamos muchas cosas a su alrededor. Como tener que dormir temprano para poder levantarse temprano y hacer ese deporte. O comer algo saludable para rendir en ese deporte. (O)

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