A creer en los milagros / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

 

Varios hechos súper trascedentes ocurrieron durante la semana anterior. El llamamiento a declarar al expresidente Rafael Correa en el caso Gabela; la cesación del anterior y nombramiento de los nuevos integrantes del CNE transitorio; las liberaciones de Galo Lara y de Carolina Astudillo; la sorpresiva derogatoria de las enmiendas a la Constitución por parte de la misma Corte Constitucional que las autorizó en el 2015; el anuncio de revisar subsidios a varios combustibles; el milagroso accidente de avión en Durango – México en el que sobrevivieron todos los 103 pasajeros y tripulantes.

A excepción de la revisión a los subsidios a los combustibles, todas son positivas y alentadoras, incluso hay una extraordinariamente grandiosa, única e increíble. Es que no puede entenderse de otra forma sino únicamente como un verdadero milagro lo del accidente de avión en México en el que todos los más de cien pasajeros salieron con vida. Espeluzna ver las imágenes inmediatamente posteriores al accidente cuando los pasajeros entre confundidos y aterrados tratan de alejarse de la nave destrozada y en llamas. Parece de película. En este instante sólo cabe un sentimiento de asombro infinito, hasta el más escéptico dirá que en realidad los milagros existen. Bien por todas esas personas que literalmente volvieron a nacer.

Con el debido respeto a los sobrevivientes, creo que la situación del Ecuador es bastante parecida a la del avión accidentado. Los diez años de correísmo nos llevaron al inminente desastre, y millones de almas que viajábamos en el aeroplano de la Revolución Ciudadana aún no creemos que salimos indemnes o algo abollados de semejante calamidad; desorientados, casi sin aliento y entre sollozos nos alejamos por nuestros propios medios a campo traviesa; ya lejos volvemos la vista y confirmamos incrédulos y aterrorizados cómo la enorme nave verde-flex es devorada por las llamas, a la vez que imaginamos que de pronto alguien no tuvo la misma suerte que nosotros, o quizás, presas de la angustia, buscamos desesperados a algún familiar.

Más allá de la curiosa comparación, la pregunta sería si nosotros como pueblo ¿creemos en el milagro de Lenin?, es decir, ¿si usted cree que tendríamos la misma suerte de salir con vida del desastre de la revolución?

Pienso que al igual que los sobrevivientes del accidente, en nuestro caso hicimos lo que nos correspondió hacer: después del impacto tratar de huir lo más rápido y lejos posible, ponernos a buen recaudo, recuperar el aliento y dar gracias a Dios, que si nos quedábamos un rato más, ya no estábamos para contarlo. Sí, después de más de un año, aún estamos horrorizados con la realidad vivida y todavía no salimos del shock.

¿Será que en el Ecuador político se dé el milagro de Lenin?, esperemos que sí, es que al igual que en el avión, un milagro así se verá una vez cada mil años, sin embargo, que de nosotros no falte, hay que tener fe, y poner de parte para volver a tomar pista y decolar el avión de la esperanza. (O)

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